Lo que más anhelamos es un secreto que se revela sólo cuando estamos
dispuestos a descubrir una parte oculta de nuestro ser.
Convertir temor, agresión, duda, inseguridad, odio y vacio en opuestos
¿Es esto posible?
Nuestro Ser Interior reclama el final del sufrimiento y respuestas a
enigmas como amor, muerte, Dios, alma, bien y mal.
La realidad única es espíritu, y la superficie de la vida es sólo un
disfraz de mil máscaras que oculta la realidad.
Desde que nacemos recibimos constantes señales que sugieren la
existencia un mundo distinto en nuestro interior ¿Has experimentado estos
momentos de asombro? Ocurren al escuchar música hermosa o cuando el esplendor
de la naturaleza nos provoca un estremecimiento. También cuando vemos con el
rabillo del ojo algo familiar (la luz del amanecer, un árbol meciéndose con el
viento, el rostro de un ser querido mientras duerme) y sabemos que en ese
instante la vida es más de lo que parece.
Hemos pasado por alto innumerable señales porque no forman un mensaje
claro.
La sabiduría del cuerpo es un buen punto de acceso a las dimensiones
ocultas de la vida: es totalmente invisible, pero innegable.
Hechos cotidianos en el plano
de las células.
Propósito superior: Cada célula del cuerpo acuerda trabajar por
el bien del todo: el bienestar individual es secundario. Si es preciso, morirá
para proteger al cuerpo (lo que ocurre con frecuencia): La vida de cualquier
célula es muchísimo más breve que la nuestra. El egoísmo resulta inconcebible,
incluso cuando la supervivencia de las células está en juego.
Comunión: Cada célula permanece en contacto con todas las demás.
Hay células mensajeras que corren en todas direcciones para notificar a los
puestos avanzados más lejanos cualquier intención o deseo, por pequeño que sea.
Retirarse o negar a comunicar resulta inconcebible.
Conciencia: Las células se adaptan a cada momento. Son flexibles
para responder a cada situación. Mantener hábitos rígidos resulta inconcebible.
Aceptación: Las células reconocen que cada una es igualmente
importante. Todas las funciones del cuerpo son interdependientes. Realizarlas
de manera aislada resulta inconcebible.
Creatividad: Aunque cada célula cumple funciones específicas,
éstas se combinan de manera creativa. Una persona puede digerir alimentos que
nunca había comido, concebir pensamientos nuevos o bailar de un modo nunca
visto. Aferrarse a conductas anquilosadas resulta inconcebible.
Estar: Las células obedecen al cielo universal de reposo y
actividad. Aunque este ciclo se manifiesta de distintas formas, su expresión
más obvia es el sueño. Sigue siendo un misterio por qué necesitamos dormir,
pero si no lo hacemos sufrimos disfunciones graves. El futuro del cuerpo se
incuba en el silencio de la inactividad. La actividad obsesiva o la agresividad
resultan inconcebibles.
Eficiencia: Las células operan con la menor cantidad posible de
energía. Confían totalmente en que se les proveerá. El consumo excesivo de
alimento, aire o agua resulta inconcebible.
Conexión: Debido a su herencia genética común, las células saben
que, en esencia, son iguales. Las células saludables permanecen vinculadas a su
origen sin importar cuántas veces se dividan. Vivir en aislamiento resulta
inconcebible.
Dar: La actividad principal de las células es dar, lo que
mantiene la integridad del resto. El compromiso total con la concesión produce automáticamente
la recepción, la otra mitad de un ciclo natural. El acopio resulta
inconcebible.
Inmortalidad: Las células se reproducen para transmitir a su
descendencia, sin restricciones, su conocimiento, experiencia y talentos. Es
una clase de inmortalidad práctica: someterse a la muerte en el plano físico,
pero vencerla en el no físico. La brecha generacional resulta inconcebible.
Relee la lista de cualidades y
presta atención a lo señalado como “inconcebible”: egoísmo, incomunicación,
aislamiento, consumo excesivo, actividad obsesiva y agresividad. Si nuestras
células no se comportan de este modo, ¿por qué lo hacemos nosotros? ¿Por qué si
la avaricia provoca la destrucción de las células (la avaricia es el principal
pecado de las células cancerígenas), la consideramos buena para nosotros?
¿Por qué nuestro consumo
desemboca en una epidemia de obesidad mientras nuestras células reducen el suyo
al mínimo? La conducta que aniquilaría a nuestros cuerpos en un día es la que
los seres humanos hemos adoptado. Hemos traicionado la sabiduría de nuestro
cuerpo y, peor aún, ignorado el modelo de la vida espiritual perfecta.